"Cuestionar nuestras más arraigadas creencias requiere de mucho coraje
porque implica aceptar que hemos podido estar equivocados toda la vida".
(David Fischman)
Existe una estructura silenciosa y oculta, que permanece de manera inconsciente dentro de nosotros, en el imaginario colectivo y que es alimentada día a día, por los medios de comunicación, por la educación, por la religión, por las costumbres y las tradiciones. Se nos transmite por la cultura en la cual nacemos y casi nunca es cuestionada, pero cuando lo es, desata una ola de reacciones en contra, muchas de ellas tenazmente apasionadas… “La cultura no se cuestiona, las tradiciones tampoco, lo que se ha venido haciendo de cierta manera, no puede cambiar, es el mundo que conocemos y en el cual nos sentimos cómodos” Pero, ¿tiene que ser así?
Esta estructura, desde siempre, te ha dicho que lo humano es lo superior, que el hombre es el culmen de la creación, de la evolución y que por esta causa, tiene derecho a depredar, a poseer todo lo que cohabita en el planeta. Que lo primordial es lo humano. Le da derecho a convertir a los demás animales en sus esclavos, ya que, supuestamente, ellos no razonan, no tiene sentimientos ni emociones, carecen de conciencia… El especismo es la arbitraria e injusta negación de los intereses de un individuo simplemente porque pertenece a otra especie y es análogo al racismo al sexismo y a cualquier tipo de abuso, sin fundamentos, basado exclusivamente en la diferencia. Es la opresión del otro, del diferente, del vulnerable…
Para transformar algo, primero hay que reconocerlo, primero hay que identificar plenamente que hemos sido sometidos por este
adoctrinamiento, que nos impide ver con claridad la injusticia que cometemos contra los demás animales y justificamos, sencillamente porque pertenecen a una especie distinta a la humana. Cuando aceptemos esto, podremos tomar postura al respecto, declarar que todo ser que siente merece respeto y actuar en consecuencia, liberando, desde nuestra propia vida, a todos aquellos que permanecen injustamente vulnerados en sus derechos.