Los océanos, esos insondables y míticos espacios nos generan fascinación. Y no es extraño teniendo en cuenta que todos venimos de allí, y eso, nuestro instinto lo sabe. El acuático es un mundo extraño, tal vez muy lejano, muy diferente a nuestra atmósfera. ¾ partes del planeta al que llamamos “tierra” están cubiertas de agua. Lo habitan criaturas maravillosas y con lógicas muy distintas de las que se viven en tierra. Nuestra mayor aproximación directa a este se da, o bien por acuarios, o por filmes documentales, o por los peces en minúsculos espacios, mantenidos en nuestras casas (y es que el acuario más ostentoso y grande, termina siendo insignificante comparado con el espacio en que los peces se moverían en libertad).
Es un mundo muy profundo y oscuro para muchos de nosotros.
¿Y qué pasa respecto de los animales que viven bajo el agua? Exceptuando tal vez las ballenas, delfines, las tortugas, rayas y tiburones, los peces en general resultan muy ajenos a nosotros, casi no los conocemos ni podemos comprenderlos, parecen, a la mayoría de los ojos, como seres inferiores, muy por debajo de los que habitan en tierra firme, carentes de un sistema nervioso complejo, de emociones e inteligencia. Eso sí, nos emocionan sus colores y formas, nos suben el ánimo y tal vez sea esta la razón de la existencia de los acuarios y los peces “ornamentales” que vuelven la vida un simple adorno. Estamos muy desconectados del mar, como lo estamos del bosque y la selva, de la naturaleza en general. Puede que nos conmueva una bala en el pecho de un majestuoso león o un arpón en una ballena, pero casi no lo hace un anzuelo clavado, destrozando la boca de un pequeño pez, mientras se ahoga en una atmósfera en la que no puede respirar.
Al igual que la mayoría de la gente no sabe o no comprende el por qué la principal causa del calentamiento global es la agricultura animal, tampoco es conocido que los océanos están casi vacíos de vida. Y así es, puede parecer increíble para quien a diario encuentra oferta de pescado que podría considerarse abundante, pero la verdad es que si continuamos con el mismo ritmo depredador con el que cazamos la fauna marina en busca de carne para alimentar nuestro insaciable y caprichoso apetito, se calcula que dentro de unos 30 años ya no existirá más vida en el mar. No pescamos lo que necesitamos para sobrevivir, depredamos sin ninguna contemplación ni discriminación, con redes gigantescas y ayudados por la tecnología todo lo que habita en el mar. Por cada medio kilo de la “carne” que se busca se tiran de vuelta al océano, ya muertos, 2 kilos de lo que se ha denominado “pesca incidental”, afectando a peces y otros seres cuyo valor en el mercado no es significativo para las enormes compañías de pesca. El holocausto que cometemos en tierra contra los animales no humanos, para alimento, vestuario, experimentación y diversión es devastador, terrible e injusto; pero no es comparable, en número, con el de los seres marinos que mueren actualmente para satisfacer a un mercado voraz e inconsciente: más de 25 mil millones de seres pierden la vida en un año, al ser capturados por la industria. Y las piscifactorías o “fábricas” de peces encerrados participan de todo esto al alimentar a sus “propiedades” y “mercancías” con los restos de la pesca de estas industrias.
Tal vez no lo sepas, pero los delfines y ballenas que amas visitar en parques acuáticos y acuarios de diversión, han sido capturados en masacres horribles que se realizan en la isla de Taiji en Japón y en las islas Feroe. Hemos contaminado tanto el planeta que una de las consecuencias de la cría y producción ganadera es el resultado de las llamadas “zonas muertas” de los océanos, zonas sin vida llenas de nitrógeno, producto de la acumulación excesiva de los desechos producidos por los animales sin ninguna clase de tratamiento sanitario. Y la mayoría de peces están tan contaminados con metales pesados y tóxicos para nosotros como el plomo y el mercurio que comerlos se convierte en un atentado para nuestra propia salud. La pesca no es una fuente sustentable de proteína para el planeta. Es cruel, injusta e innecesaria. Los océanos atrapan enormes cantidades de CO2 y devuelven gran parte del oxígeno que respiramos, son fundamentales para nuestra supervivencia en el planeta y están siendo afectados también por el cambio climático que generamos por la esclavitud de los animales en tierra.
TODO ESTÁ CONECTADO. Para transformar esta realidad se hace indispensable, por nuestra propia supervivencia, comenzar por dejar de consumir animales. No tiene sentido que para salvar los mares algunas organizaciones te digan que la solución es seguir consumiendo pescado.
En la “Jornada por el Fin de la Pesca” en Bogotá, EvoluZOOn desarrolló un Taller de Vegan de Comida de Mar, donde enseñamos a preparar un atún a base de garbanzos, sushi, filete de berenjena marinera y ceviche, sin ningún rastro de sufrimiento e injusticia hacia los demás animales, así como una Mesa Informativa en la que repartimos degustaciones del “atún” y el ceviche, aparte de la información sobre los océanos y sus habitantes. Si deseas saber más acerca de esto, obtener las recetas y tener orientación sobre cómo aportar a una transformación benéfica para el planeta entero, no dudes en contactarnos: evoluzoon@gmail.com